(Del Resumen y comentario: ¿Google nos está
volviendo estúpidos?)
Algo está pasando
en la era actual. Hay unos nuevos seres que nos abren las puertas al “pleno y
verdadero” conocimiento. Estos seres tienen nombre: ordenadores, computadoras o
similares. Han presentado un modelo novedoso de almacenamiento de información
mediante enlaces e hipervínculos y lecturas rápidas, breves y concisas.
Ya no se quiere (incluso ni se puede) disfrutar de
“ladrillos” bíblicos de montones y montones de páginas, resulta una tarea ardua
y tediosa.
Sin embargo esto no quiere negar las maravillosas ventajas
que nos ha brindado dicho hallazgo, y la sola invocación de las sagradas
palabras “Internet”, “WWW” produce la aparición de unos hombrecillos azules que
trabajan por nosotros para ahorrarnos trabajosas búsquedas.
Es verdaderamente
triste ver como ya no se “LEE”. Se hojea, se “echa un vistazo”, pero en la
mayoría de las veces la información no se quede retenida en nuestro cerebro,
sino que se traduce en un clic en el
ratón para conducirnos como don Latino a la plaza que deseamos.
Sabemos, y no es ningún misterio la maleabilidad de la mente
humana y, siguiendo la creación del hombre según la tradición griega, (a base
de barro y arcilla), Internet (por citar al gran culpable, Google) toma entre
sus cibernéticas manos nuestra cabecita inocente y pura para hacer de ella (antes una inmensa
casa riquísima como los palacios de San Petesburgo) un mísero, arrugado y
escueto guisante gris.
Para entender esta
horrenda metamorfosis, es necesario retornar a la creación de los primeros
aparatos mecánicos, y después al nacimiento del gran (anti)Cristo de la
tecnología, Taylor, cuyo sistema olvidaba esa vulgar mitad humana llamada
sentimientos, obligando a los trabajadores a transformarse en máquinas de
producción planas, en pos de un “atajo” eficiente y rápido, reprogramándonos
hasta hacernos autómatas, pero, como
venerada justificación, origina el aumento de la producción.
Este es el mismo sistema que Google aplica: máxima
velocidad, eficiencia y producto, en detrimento del desarrollo de las
capacidades humanas y caminando tras los pasos de una perfecta creación de
inteligencia artificial (como un nuevo moderno Prometeo que en vez de
mejorarnos nos empeora).
Esta idea atenta contra la propia capacidad del individuo,
supeditándonos a un máquina (inteligencia artificial) tal si ésta fuera un Dios, limitándonos el
pensamiento y nuestro raciocinio.
¿Con esto intenta transmitir que la “especie elegida” es una
computadora?
En mi opinión la evolución humana reside justamente en su
propio desarrollo, y esa “utopía googleliana” quiere coartar el pensamiento,
hacernos borregos para que llegue un momento en el que los ordenadores sean
dueños del universo.
Es peligroso: no quieren nuestro cuerpo, sino que intentan
apropiarse de nuestra mente.
Si se quiere pasar de una sociedad en la que
las máquinas son los objetos inanimados, ayudantes y a merced del hombre,
vacíos de toda emoción a una en la que sean la raza humana la de intangible
corazón, cabeza pequeñísima y cuadrados como pantallas donde las inteligencias
artificiales sean nuestras señoras y amas y las que posean más captación de
sentimientos, no quiero verlo.
Pulsar
botón de apagado. Fin del comentario. Enviar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario