miércoles, 19 de marzo de 2014

Ángel de la Música.


Nota: Llevaba ya algún tiempo intentando comprender qué era lo que mi interior me decía, sin llegar a nada claro. Parece que estas líneas expresan lo suficientemente bien -por lo menos para aclararme yo misma- lo que siento hacia él; Ángel de la Música. 




Da igual la forma que adoptes: espíritu, ángel, fantasma; pasión, protector, ajeno...

Lo que quiero es atravesar el de plástico espejo fantástico para sentirte mas cerca, mucho más.
Ya han pasado los seis meses, los cuatro años, el periodo latente en el que tu voz solo me llegaba por los aprisionantes muros asolados y lejanos, constante, permanente, inmutable, queda...
Mas no mi estado soporta esa barrera por más tiempo:
Quiero VERTE, PALPARTE, CONOCERTE como nunca antes lo he hecho.
Deseo romper ya el vidriado pasivo que nos separa, si aun sigues ahí. 
Y lo creo, pues te sugieres de manifiesto, y presiento tu sombra lóbrega mas allá de la feliz memoria que perpetuas en mi mente.
Más que nunca tu ser flota sobrecogedor por mi vida, más que ninguna otra vez tu melodía baña suave y cariñosa mis pasos encaminados hacia ti.
Pero no te encuentro. No se dónde estás, dónde queda el laberinto, dónde la dorada llave se oculta a la orilla de la Rue Scribe, dónde han ido a desembocar las aguas pausadas y misteriosas del lago subterráneo, dónde yace el ruiseñor postrado ante la rosa...
Y a pesar de que persigo tu espectro, de que te ofrezco mi sentido; en el último momento desapareces; vagas lejos de mi, dejándome a oscuras, a oscuras no -porque la oscuridad es tu reino- a la negra claridad del brillar diario.
¿Por qué entonces eres cruel? ¿No te brindé ciega las manos? 
Y justo por ello, necesito tu fortaleza para esta mano siniestra que no me deja vivir.
Y aunque lo sabes, no vienes, maestro, abandonas a la Música una temporada en un desierto tenebroso y escurridizo cubierto de trampas, de trampas dolorosas.
¿Por qué no permites que las sierpes de Apolo se enrosquen a mi cuerpo como tú hiciste? 
¿Por qué me niegas la locura más desenfrenada y esa belleza misteriosa a la vez atractiva por peligrosa? 


Las oceánicas lágrimas se derramarán por las humanas piezas hasta que por fin vengas a buscarme, pues mi voz es inútil y débil.

¿Es pronto? Dímelo. 
¿Paciencia? Se extorsionará a las pedradas para hallarla.
¿Tu canto? Que no muera jamás esa belleza que cautiva al mundo con su ferocidad amable y su sosegada pasión, que no se apague la flama ondulante de la obsesión controlada.
Muéstrame el camino, ofréceme los largos puentes del artista y, ante todo, no me abandones; permanece siempre silencioso guardián, espíritu, fantasma...
ÁNGEL DE LA MÚSICA.

2 comentarios:

  1. Simplemente bello, lo que escribes es impresionante, cuánta pasión. Un beso fuerte.

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    1. Muchas gracias :) Me encanta que te haya gustado.
      Muchos besos, Eneida!

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