jueves, 6 de junio de 2013

"Metamorfosis... Edad Adulta"

Sonata de pensamientos inútiles


Humo, facturas, desesperación.
Suicidio desde un rascacielos de la voluntad.
Caída en el vacío del sufrimiento.
Tristes somos autómatas, marionetas de titiriteros.
Cadenas, hierros, prisión.
Destrucción y comienzo de una calamidad.
Nuestra voz se esfuma en el viento.
Pensamientos ahorcados y aprisionados por los reos…


Se escucha ahora la suave respiración profunda de una ciudad que se va despertando con toda la fuerza de un titán para dominar con mano de hierro a todos aquellos que se extienden a sus pies de plomo y cemento gris.
Se observa un cielo con nubes que parecen las bocanadas de un humo ácido negro de un tren que parte de la desesperación…

Y es ahora cuando nos damos cuenta de que nuestra esencia es absorbida por las lenguas voraces víboras venenosas del mundo.
De que no es la vida más que un pedregoso sendero de zarzas y ortigas puntiagudas cuyos muros de hormigón y altas torres de aluminio nos devoran y nos impiden ver la luz del Sol. Nuestras vidas son ya los sueños rotos de un joven potrillo que se estrella al intentar desplegar sus alas, que se caen marchitas nada más abrirlas…
Y entonces te llenas de valor, todo artificial, y ves que ha llegado el momento de atravesar el espejo del miedo, de la inocencia e iniciarse en lo siguiente, en algo más adulto, comenzar una nueva etapa en un mundo raro, diferente, donde todo es más grande que tú y no hay luz ni guía en tu camino…

Es horroroso comprobar la realidad, y casi da miedo mirarla frente a frente.
Ya no vivimos los días, sino que deseamos que pasen cuanto más desapercibidos mejor.
Ya no nos importa el ser humano que camina con nosotros y los colores cálidos de nuestras mejillas se evaporan y nos convertimos en gusanos arrugados y feos, que se retuercen de dolor y frío y vacío y temor… no somos las mariposas bellas que en algún momento fuimos, no volamos, no sabemos, las alas se cayeron o nos las cortaron… ni siquiera caminamos, nos arrastramos por el suelo con el fin de no levantar la vista a la verdad… pero, ¿qué verdad? ¿La realidad? ¿La razón? ¿Dónde se ha quedado el sentido común, la racionalidad del ser humano que nos distingue de otras especies? ¿La evolución de nuestra raza es ahora un retorno al pasado?
Preguntas. Preguntas que ya no nos hacemos. Que nos resbalan por camisas o pantalones de la firma tal o que compramos donde los otros también lo hicieron…
¿Dónde ha ido a parar nuestra libertad? “En la Constitución, en las declaraciones de derechos, ¿no lo ven ustedes?” nos responden…
Mentiras. Un mundo lleno de ellas, que se ríen burlonas, grotescas, delante de nuestras propias narices y dejamos que lo hagan, porque ya nos da todo igual; nos hemos cubierto de una capa de aceptación, de sumisión más que de aceptación… parece que nos hemos colocado nosotros mismos las cadenas alrededor de nuestro cuerpo deforme, esquelético…
¿Y el corazón? “No lo escuchen, es malo para la salud; siendo buena persona y honrada y humilde no llegarás ni a besar suelas de zapatos, no sea tonto, para alcanzar el éxito hay que emperifollarse de los mejores atuendos y perfumes y, “solo” de vez en cuando, hay que decir “pequeñas” mentiras y atentar contra otros, pero no es “en absoluto” malo…”
¿Es a esto a lo que hemos llegado? Pues si el mundo es así de triste y cruel casi es mejor  suicidarse y quitarse del medio para siempre ¿no?
Esto parece un mundo al revés: el que es bueno es el tonto de turno, el que no llegará a nada en la vida, el que no puede estudiar lo que le gusta porque hacer Derecho o Economía o ADE es el futuro y es lo que se lleva, y si estudias Filosofía eres un pringado o no vales nada; y donde el sucio, el ladino, el mapache o zorro vil, el ladrón, o el chorizo (las cosas como son), son los reyes del mundo, los que dirigen todo lo que se extiende a sus pies, los que se regodean en su vanagloria en un sillón con posabrazos de marfil y cuentan billetes de 500 a miles con unos gigantes dedos gordos asfixiados con anillos enormes y colgantes de oro con el símbolo del dólar…



Y los demás, mientras tanto, descansamos al lado de una chimenea de la que no brota un fuego abrasador, sino de la que emana una corriente de frías y potentes flamas de agua saladas que chocan contra nuestros pensamientos nublados como olas que mueren satisfaciendo su venganza hiriendo a los acantilados de afiladas rocas…
Parece que el viento pretende ensuciar y descontrolar el sentido en este mundo.
Veloz, potente, como una manada de lobos con sed de sangre que se lanzan sobre la noche oscura aullando al inexistente cosmos tras su presa.
Un ritmo frenético acompaña su carrera y descansa tras el chillido enloquecedor de su instinto. Amenaza con gritos de furia y manos que se lanzan estranguladoras a la mente con el fin de acabar con ella.

Para el tiempo en el mismo momento en el que alcanza su gloria.
Penetra fuertemente trastornando a la propia locura y tan rápido como entró se va para siempre; con su misión cumplida, dejando al alma anoréxica y cabizbaja en un rincón, estrecha y sintiéndose violada; llorando finas gotas que vuele a beber. Humillada y hundida en la más alta desesperación, con el único anhelo de quitarse las ramas espinosas de sus ojos y, a ciegas, tirarse al vacío y morir allí, tirada, intentando acabar con tal insoportable sufrimiento entre sus últimos estertores de agonía al quedarse sola, aprisionada, rogándole al cielo que no se le caiga el mundo encima, que se corta las venas llorando sangre y emanando dolor mientras sus verdugos disfrutan misántropos de este, profanando carcajadas maníacas de sus gargantas de sapos y gallos de pescuezo retorcido, acumulando terreno en lo que su víctima clama por, aunque sea, una casita de cartas, una luna papel o un lucero en su vida…

Por otro lado todo se conecta y desconecta a la vez.
De nuevo las mentiras, las falsedades y los velos, caretas y máscaras que pasean burlonas ocultando su verdadera identidad.
Nadie sabe quien es quien, ni siquiera quién es uno mismo.
Y en esa carrera desmedida de encontrar o formarse una identidad nace un nuevo gusano: aquel que se disfraza para gustar no siendo quien es, quien hace cosas que jamás su voluntad le permitiría, que casi son perros adiestrados o rosas que se marchitan intentando ser claveles o robles…
Es la cumbre de la estupidez y de la hipocresía, donde muchos gusanos luchan por el primer puesto, que a su vez ostentan ya otros.
Jamás hubo cada día un baile de máscaras veneciano más ostentoso – y ridículo- como los que hay ahora.
Jamás hubo por el mundo tantos gusanos – y capullos- como los que se despliegan a lo largo de una caja con agujeros alimentados con las hojas de morera que sus “amos” eligen.

¿Y dónde ha quedado la poesía, la literatura clásica, la verdadera música y el teatro? “Eso no sirve para nada, es para sensibles cutres y viejas pasas, lo importante es la tecnología y las ciencias exactas, nada más.”
Ya nadie expresa sus verdaderos sentimientos por miedo a no caer en las redes del gusto mayoritario o no ser del agrado sus pensamientos…

Lo más bello nos lo roban, lo más despreciable nos lo ensalzan… ¿qué pasa en esta realidad? Nadie sueña por temor a hacerse ilusiones, ya no juegan ni se divierten como antes, ahora cuando se es pequeño se imita a los “mayores”: las niñas se visten con pañuelos largos y sombreros y se suben a tacones diminutos, maquillándose como si eso les fuera a salvar la vida o algo parecido, como si ocultarse las hiciera bellas, como si entendieran que los siglos de progreso conseguidos no van con ellas en absoluto y cuanto más crecen más gusanos se hacen y menos miran hacia adelante y hacia arriba…

¿Qué mundo es este que ha perdido su admiración por el arte, por la verdadera belleza, que solo entiende de dinero, capital y superficie física?

¿Qué mundo es este en el que tener 100 000 amigos en Facebook o 10 000 seguidores en Twitter es más importante que tener dos o tres amigos de verdad?
Me parece tan triste ver como ahora con las nuevas tecnologías y aplicaciones lo escrito también se ha vuelto efímero, como fluye igual que una conversación hablada y las letras de mano y pluma han dejado de representar ese ideal de perfección del lenguaje, derivada y dejada solo a unos pocos que sienten como aún lo escrito representa algo importante, aquellos cuya sangre se mezcla con tinta y que se mueven en estos dos ámbitos: entre un “tempus fugit” de palabras en un papel o en una pantalla y la eternidad de las mismas, permitiendo que quede un poco de aquello que fue oro vertido en los moldes de una imprenta…
Y ahora también los libros se suceden como las estrellas del pop.
Tal libro de cualquier autor tiene un gran éxito, y como escribe por el aplauso este libro tiene una media de dos continuaciones o secuelas, que no terminan de saber igual.
Tras pasar un año, más o menos, se lanzan las representaciones cinematográficas de dicho libro, y durante tres años (si consideramos 3 libros) ese autor o autora tiene un renombre tremendo.
Pero tras unos meses del estreno de esa última película no vuelve a haber nada más; la gente se cansa de esos libros, ya ha visto sus respectivas películas y aborrece ya la aparición de su autor o autora en todos los medios de comunicación.
Y entonces, como por arte de magia, surge un nuevo libro cuya temática es similar al anterior ya citado, pero con otros nombre y distinta trama (podemos hacer mención a los ejemplos de la fugacidad de los vampiros que vuelven tras el día a su respectivo ataúd o lo efímero de lo erótico y sexual, que tras pasar un determinado punto produce una fatiga total); y de nuevo volvemos a empezar, como un círculo vicioso, como un escarabajo pelotero haciendo una bola con las páginas de estos libros….



¿Es esta, en serio, la realidad en la que queremos vivir, y ofrecer como herencia, llena de humo infumable, de conocimientos adicionales y de miedo, temor, de ignorancia?

Ojalá muchos estén de acuerdo conmigo…
Pero bueno, esto no son más que pensamientos de otro gusanito más…


Abismo de tortura,
Conciencia programada,
Pasamos por el mundo sin pensar…
No importa el amor.
No importa la belleza.
El dolor está enquistado…
Desesperada sonata en una tonalidad ceniza menor
Se funde con los inútiles pensamientos de su compositor.

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