Nana de la mariposa recién nacida
Mecida en una cuna de sueños
Empieza a dar sus primeros pasos.
Despierta de su largo letargo.
Se estrena a la vida, a la inocencia.
Un potente ápice de luz cegadora hace que vuelva a querer a
cerrar sus recién abiertos ojitos.
Es muy pequeña, es tremendamente frágil, es nueva en este
mundo oscuro, acaba de nacer; diminuta, sin nada más que el capullo del sueño
que la envolvía en su inocencia.
No sabe hablar, pobre, intenta decir algo, pero solo sabe
regalar sonrisas y adorables gorgojos de felicidad infinita, que hacen
derretirse al más helado corazón pétreo.
Tiene alas, unas finas y membranosas alas que no están del
todo formadas.
Es lo más bonito y bello que ha caído en este planeta de
destrucción y lamentos.
En cada lugar hay una. Una igual de pequeña, de guapa y de
nueva que la misma que ahora contempla con curiosidad su hogar.
Casi no puede sostenerse en pie, y cuando intenta caminar se
desploma al suelo.
Un calidoscopio de múltiples colores se funde en su mente.
Se mezclan con la alegría de vivir el optimismo y la
benevolencia. Es dulce, ingenua, inocente, infantil, pero es feliz con la
simple contemplación de sus recién estrenados sueños.
Caballitos voladores que mecen sus patas, payasos con la
cara maquillada que hacen malabares con bolitas de cara sonriente, trenes de
juguete que se dirigen a países maravillosos, muñecas que toman el té más dulce
y se echan cucharaditas y terrones de deseos, avionetas que bombardean con explosiones
de color, ositos de peluche buenos que se ayudan recíprocamente a atarse el
nudo de la corbata, páginas de cuentos infantiles que fluyen por la habitación
mezclándose unos con otros….
Todo forma parte de los sueños de un bebé que no conoce el
mundo, que solamente sabe dar alegría a los que lo rodean , que no conoce el
significado del dolor ni la furia, que sus únicas lágrimas son de gozo, que su
lenguaje no son más sonrisas enormes de la más pura felicidad…
Pero ya es noche, y la pequeña mariposa empieza a bostezar.
Ya la mece la Luna con todo el cuidado de una madre en una cuna de lindos
sueños, ya las estrellas cantan una suave nana para adormecerla, ya el manto
tranquilo y seguro de la noche la cubre con la intención de que no pase frío,
ya mece el lucero y la estrella fugaz esa cuna de faldones plateados que caen
como cascadas de una fuente sagrada, ya la mariposa solo oye a los caballitos
relinchando juguetones, y a los payasos reírse contentos, y a las muñecas
hablando felices… y encuentra un pensamiento a parte, una duda, y la duda se
convierte en protagonista:
Napoleón conquistó América
con su espadachín
Sir Francis Drake capitán
pirata fue
y Dios con una mirada me
sonrió cuando le pregunté
¿Y yo podré ser capitán y
conquistar aún siendo chiquitín?
Sonríe satisfecha tras resuelto su problema. Duerme muy
tranquila, muy a gusto arropada con el calor de los que la quieren, con la
seguridad de quien no sabe, en la más pacífica ingenuidad.
Al cabo de un rato se despierta sin saber porqué, quiere
seguir durmiendo, y llora porque no comprende.
La arrullan y la mecen con cariño y con amor, y de nuevo se
vuelve a dormir con la música de una nana que se hace eco en sus oídos…
Abre ya tus lindos ojitos
Pequeño capullo de seda,
Empieza tu camino, mariposa bella.
Despliega ya tus alas de recién nacida,
Y duérmete, pequeña, con la nana de tu existencia.
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